La moda y el deporte nunca habían estado tan unidos. Los grandes eventos deportivos cada vez atraen a más espectadores y no solo por el espectáculo, sino por las prendas especiales que llevan las propias deportistas. Desde el uniforme personalizado con los muñecos Labubu como llavero de la tenista Naomi Osaka hasta las camisetas de las jugadoras de la NBA con el gran slogan ‘Todo el mundo ve deporte femenino’.
Las tendencias han saltado directamente de las canchas a las calles, consolidando el estilo deportivo como una de las mayores influencias en el vestuario actual, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
El auge de figuras como Alexia Putellas o Aryna Sabalenka ha reforzado esta tendencia, inspirando a las jóvenes a adoptar una moda más funcional, cómoda y empoderada, donde el rendimiento y el estilo se mezclan sin fronteras.
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Según datos de Klarna, las ventas online reflejan este fenómeno: durante el US Open, uno de los cuatro Grand Slams anuales, el auge del tenniscore disparó las compras de prendas típicas del tenis. Faldas de tablas, polos, jerséis de punto y zapatillas blancas fueron los productos estrella, que en algunos casos sufrieron crecimientos que superaron el 100% en sus ventas.
En paralelo, el EuroBasket 2025 impulsó el estilo basket, con un aumento notable en la venta de camisetas NBA y zapatillas de baloncesto. Este deporte está sufriendo una gran transformación a la hora de derechos laborales y presencia mediática. Pero también se está produciendo una revolución en la forma en la que visten las propias jugadoras, en el que la moda urbana se retroalimenta del baloncesto y viceversa.
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Más allá de las cifras, este cambio revela una transformación cultural: el 67% de los españoles considera que la ropa deportiva ya forma parte del día a día, y no solo del entrenamiento. Y esto también lo entienden las propias marcas, como la nueva fusión que ha creado Kim Kardashian junto a Nike para el rendimiento y la comodidad de la rutina.
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Los números lo dejan claro: la estética deportiva ya no es solo una moda pasajera, sino una nueva forma de expresión que define los armarios y las calles del presente.



