Las cicatrices sanan, de una manera u otra. O si no que se lo digan a Jean Mitchell, la remera que compitió en unos Juegos Olímpicos tras superar un cáncer cerebral. Durante su tratamiento se hizo una promesa: cuando se recuperase, sería olímpica y dejaría en su piel una marca más especial que todas las que le dejase su enfermedad.
La deportista australiana se tatuó los anillos olímpicos durante París 2024, y el lugar que eligió tenía un gran significado. Eligió la zona donde antes tenía colocado el puerto para la quimioterapia.
A los 16 años, los médicos le detectaron un tumor en el parte posterior de su cerebro. Tuvo que parar indefinidamente su carrera deportiva para tratarse. Todos sus sueños de futuro cercano se pusieron en pausa, pero tenía decidido volver más fuerte.
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Es así como en sus últimas sesiones de quimioterapia volvió a coger los remos y según ella ha contado en sus redes sociales, fue como empezar casi de cero. Pero con una ilusión inigualable. Su recuperación total parecía muy difícil, pero tras largos y duros meses de entrenamientos se convirtió en una de las mejores remeras de Australia y consiguió su clasificación para los pasados Juegos Olímpicos.
Estando en París durante la competición, su compañera y amiga Noemie Fox tuvieron una idea que parecía loca en ese momento, pero de la que no se arrepienten ni lo más mínimo: hacerse un tatuaje de los Juegos Olímpicos. Para Jeannie con doble significado.
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“Estoy orgullosa de mis cicatrices. Me recuerdan por todo lo que he pasado”, explicó la joven deportista. Para ella significa el triunfo después de un largo y difícil viaje.